El 26 de marzo de 1626, el joven zurrador de pieles barcelonés Miquel Parets escribió su primera anotación de lo que llegaría a ser, con el tiempo, una mezcla de crónica urbana y diario personal. Con este gesto el artesano se convirtió en autor y, lo que es más, autor de su propia vida. Pero Parets era sólo uno entre centenares, tal vez miles de artesanos, campesinos y trabajadores que en los primeros siglos de la modernidad escribieron memorias, crónicas, libros de familia, diarios y autobiografías espirituales y profanas. Este libro reconstruye los motivos y las esperanzas que impulsaron los escritos personales de artesanos como Parets. Es una primera exploración de una temática prometedora pero compleja en el terreno de la historia social y cultural. En el difícil reto de la autobiografía popular destacó como símbolo la figura singularmente enigmática de Ícaro. El hijo de Dédalo que murió por volar demasiado cerca del sol representaba para la cultura moderna las dos caras del orgullo y la ambición: el pecado de la arrogancia y la desobediencia hacia la autoridad, y el cada vez más admirado atrevimiento a subir a “cosas altas”, desafiando las jerarquías y prohibiciones de una sociedad iIiusta. Ésta es una historia de la escritura de los hombres y las mujeres “desde abajo”, y de la autobiografía antes de consagrarse como la escritura privilegiada del individuo moderno aislado de la sociedad.