En primer lugar, el autor matiza la idea generalizada de que el siglo XVII representa una época de crisis entre dos siglos de crecimiento. Tras analizar las causas de la crisis, representadas por la trilogía hambre, peste y guerra, se centra en el estudio de los distintos países, en el que se refleja una Europa nada homogénea: frente a la decadencia de España, Italia o Alemania, emergen países como Suecia, Austria o las Provincias Unidas. A continuación, aborda las distintas respuestas de la sociedad frente a la crisis y, en concreto, las medidas ante el aumento del número de pobres, y finaliza con una panorámica del arte barroco, concebido como una reacción de evasión ante la crisis, así como de los importantes avances filosóficos y científicos.