ENCONTRANDO EL SENTIDO A MI VIDA Fueron muchos los años de búsqueda tratando de descubrir aquello a lo que dedicar mi existencia siendo feliz por el simple hecho de realizarlo. Hubo momentos de secano, otros de experimentar en mundos que no me aportaron ningún bienestar, si bien es cierto que quizás de no haber osado ser una aventurera tan inquieta y a veces arriesgada, no hubiera dado con las claves que soñaba encontrar. No sé si en tu caso has sabido siempre quién eras, o quién deseabas ser. Desde luego, yo no. De hecho, algo que me ha causado gran admiración eran aquellas personas que desde siempre vislumbraron con claridad meridiana sus dones, sus talentos, aquello que máximamente les motivaba. Fueron ellos los que instaban en mí aquella pregunta que nunca encontraba respuesta: «Y yo, ¿para qué valgo?». No me sentía buena, ni especialista en nada. Tampoco había algo que me atrajera básica¬mente. ¿A qué podría destinar mi vida? Mi historia es la de una persona que se equivocó de camino, que sintiéndose insegura buscó la seguridad en el exterior, en la aprobación social, que eligió una profesión que estaba bien vista pero que la distanciaba de su esencia, que pretendiendo destacar en algo se embarcó en la lucha del poder, del éxito y del dinero convirtiéndose en alguien muy diferente a lo que su alma anhelaba. Por eso tuve un cáncer, la enfermedad del desamor por uno mismo. No puedes imaginar, querido lector, lo que aquella enfermedad trajo a mi existencia. Fue mi salvación. Aquella dolencia tenía la finalidad de que tomara conciencia y revisara el daño que me estaba haciendo a mí misma tratando de ser quien no era, intentando vivir algo muy diferente a aquello para lo que nací. Los regalos que la vida nos ofrece pueden venir bajo apariencias engañosas. Hay que querer ver qué hay detrás. La enfermedad fue el motor que impulsó mi cambio, supuso un antes y un después en mi historia. ¿Te has planteado cuántos cánceres has tenido? ¿Cuántas desilusiones cargadas de dolor y sufrimiento? ¿Cuántos derrumbes? ¿Cuántos avisos de que algo iba mal? ¿Y en cuántos de ellos has querido ver las señales que te dicen: «Párate, esto no funciona, replantea tu proceder»? En realidad esos indicadores son oportunidades de cambio, de adentrarte en mundos diferentes que te retan a activar tus potenciales para mirar la vida con otros ojos, para abrirte a caminos desconocidos donde podrás encontrar tu verdadero talento. Desde luego, te garantizo que en lo ya conocido no se encuentra, pues lo hubieras hallado ya y además, cuando se localiza desaparecen las dudas que dan paso a una claridad absoluta, por tanto si quieres hacer algo por tí, no te queda más remedio que descifrar esas señales y empezar a hacer justo lo contrario de lo que has hecho hasta ahora. No es fácil cambiar de vida y darte la vuelta como un calcetín, aunque tampoco es difícil. Nos da miedo penetrar en aquello que no controlamos, eso es lo que crea los obstáculos que tu mente valida, con el fin de que te rindas sin siquiera probar. Pero si tú no inicias el camino, si no das el primer paso, nadie lo dará por ti. Seguirás rumiando mediocridad, envidiando a los que consiguen lo que tú crees merecer, rebajando tu autoestima, mendigando reconocimiento y caerás víctima de tus propios miedos. Tu vida será tan difícil que te costará encontrarle sentido. En esas estaba yo. Resistiéndome a un cambio que ya era inevitable. Quería evocar aquella niña, yo, con 5 años, su alegría, su chispa, su confianza. Pero no podía, ya no la recordaba. Por eso decidí no perder más. Abandonar aquella carrera profesional llena de éxitos económicos y reconocimiento social ya no me parecía una pérdida frente a todo lo que me dejé arrebatar. Así, por fin, decidí empezar a vivir desde cero.