Querida Mamá,

Han pasado algunos meses desde que partiste, pero el vacío que dejaste en mi vida sigue siendo inmenso. A veces, parece que el tiempo no ha pasado, como si aún estuvieras aquí, cuidándonos con tu amor y sabiduría inigualables.

Extraño tus abrazos reconfortantes y tus palabras llenas de aliento. Cada día me doy cuenta de cuánto me enseñaste, no solo con tus consejos, sino con tu ejemplo de fortaleza y amor incondicional. Tu ausencia se siente como un peso en mi corazón, y no hay día en el que no piense en ti.

Quisiera poder compartir contigo los logros y desafíos que enfrento, pedirte consejo o simplemente escuchar tu risa una vez más. Pero aunque ya no estés físicamente, siento tu presencia en cada recuerdo, en cada rincón de esta vida que construiste con tanto amor.

Es difícil aceptar que ya no puedo abrazarte ni escuchar tu voz, pero sé que tu amor sigue guiándonos. Mantendré vivo tu legado, recordando siempre la mujer maravillosa que fuiste y las lecciones valiosas que me dejaste.

Te extraño tanto, mamá. Aunque mi corazón esté roto, tu amor sigue siendo mi luz en los días oscuros. Espero que estés en paz, y aunque no pueda tenerte aquí físicamente, siempre vivirás en mi corazón.

Con amor eterno.