Querida cuñada, en estas palabras de despedida, quiero expresar mi más profundo agradecimiento por haber sido una parte tan especial de mi vida. Tu presencia fue un regalo del cielo, lleno de amor y enseñanzas. Como cuñada, te convertiste en una pieza fundamental de nuestra familia, mostrándonos el verdadero significado de la compasión y la unidad. Aunque ahora te has ido, las lecciones de vida y los momentos preciosos que compartimos permanecerán siempre conmigo. Confío en que ahora estás en un lugar de serenidad, gozando del merecido descanso en el paraíso. Guardaré cada recuerdo como un tesoro y seguiré orando por ti. Que Dios te bendiga y te mantenga en Su gloria eterna.