Mi querida cuñada, en este momento de despedida, quiero expresarte mi profunda gratitud por todo lo que has significado para mí y para nuestra familia. Tu bondad, tu alegría y tu inquebrantable fe han sido faros de luz en nuestras vidas. Mientras enfrentamos tu partida, me consuela saber que has sido recibida en el reino celestial, donde la tristeza y el dolor no existen. Gracias por los momentos compartidos, por las risas y por el amor incondicional. Seguirás viva en nuestros corazones y en nuestras oraciones, donde siempre pediremos por tu descanso eterno y la paz que ahora disfrutas. Con todo mi amor y gratitud, te despido, mi cuñada excepcional.