Al entrar en una clase de Infantil una niña me acerca la silla. Antes de que empiece a hablar, interviene un niño diciéndome que no le he dado las gracias por haberme acercado la silla. Tengo que reconocerlo y pedirle perdón.

Al mes siguiente vuelvo a esa clase, otra niña me acerca la silla, y antes de que la haya puesto en su sitio el mismo niño de la primera vez me dice: «Oye, que hoy no se te olvide darle las gracias por ponerte la silla».