El 3 de abril de 1887 hablo así Don Bosco: Anoche vi en sueños los castigos que esperan a los pecadores. Y lo que vi es tan terrible que si los que me oyen pudieran verlo, o se dedicarían a una vida santa o saldrían huyendo llenos de susto. Primero oí un estruendo y un griterío como los que se sienten cuando hay un terrible terremoto. Luego vi un enorme horno donde muchos ardían y lanzaban lastimosos quejidos. Y una voz me dijo:- Muchos se dedican en esta tierra a todos los goces deformadas. Y después horribles sufrimientos.

Luego vi allí sufriendo a muchas personas horrendamente deformadas. Y eran de los nuestros. Y al verlos sufrir tanto y oírles tantos lamentos exclamé: – ¿Pero no habrá algún modo de que paguen sus pecados y no tengan que venir a sufrir tantos tormentos? Y una voz me respondió: – Que paguen sus pecados con plata y oro. Con limosnas a los pobres, pero también con otra plata y oro preciosos: las oraciones frecuentes, las confesiones y comuniones fervorosas servirán para librarse de los sufrimientos que esperan a quienes viven cometiendo pecados.

Nota: Don Bosco se despertó muy angustiado y lloraba al narrar este sueño. Allí vio destinados a muy terribles castigos a muchos de sus amigos que manchaban sus almas con frecuentes pecados. Afortunadamente la voz del Cielo le anunció unos modos prácticos para librarse de aquellos castigos: oras, dar limosnas y recibir con fervor y frecuencia a los Santos Sacramentos, especialmente la Sagrada Eucaristía.