Querido hijo,

En el silencio de la noche, mi corazón susurra tu nombre, y las lágrimas que derramo son testigos de un amor que trasciende el tiempo y el espacio. Tu partida dejó un vacío en mi alma, pero también dejó un rastro de amor eterno que nadie puede borrar.

Cada recuerdo contigo es un tesoro que guardo en el santuario de mi corazón. Tus risas, tus sueños y tus abrazos son la luz que guía mis días. Aunque ya no puedo tocarte físicamente, siento tu presencia en cada rincón de nuestro hogar y en cada latido de mi corazón.

En esta carta, quiero decirte cuánto te extraño y cuánto te amo. La tristeza de tu ausencia se mezcla con la gratitud por haber sido tu madre. Fuiste mi alegría, mi orgullo y mi razón de ser. Aunque el camino sin ti es doloroso, celebro el regalo de haberte tenido en mi vida.

Descansa en paz, mi amado hijo. Que encuentres serenidad en los jardines del más allá. Siempre serás mi niño, y nuestro amor perdurará más allá de las estrellas. Hasta que nos reunamos en el abrazo eterno, llevarte en mi corazón es mi consuelo y mi fortaleza.

Con amor eterno,

[Tu Nombre]