Querida Mamá,

Ha pasado un tiempo desde que te fuiste, pero la ausencia que dejaste se hace sentir cada día más fuerte. A veces parece que fue ayer cuando estábamos juntas, compartiendo risas y confidencias, y otras veces se siente como una eternidad desde la última vez que pude abrazarte.

Extraño todo de ti, desde tu sonrisa hasta tus consejos sabios. Tu partida dejó un vacío inmenso en mi vida, uno que ninguna palabra puede llenar. Me enseñaste tanto sin siquiera intentarlo, simplemente siendo esa madre maravillosa que siempre estuvo ahí, con amor incondicional y apoyo constante.

Cada día me doy cuenta de lo afortunado que fui al tenerte como madre. Tus valores, tu fuerza y tu amor siguen siendo mi guía en momentos difíciles. Pero también hay días en los que la tristeza me abruma al recordar que ya no estás aquí físicamente.

Ojalá pudiera retroceder el tiempo y decirte todas esas cosas que nunca te dije, abrazarte un poco más fuerte y agradecerte por todo lo que hiciste por mí. Aunque ya no estés aquí, siento tu presencia en cada recuerdo, en cada enseñanza que me diste.

Te extraño tanto, mamá. No hay día en el que no piense en ti y desee que estuvieras aquí conmigo. Sé que donde estés, estás en paz, pero el dolor de tu partida sigue siendo difícil de sobrellevar.

Siempre serás mi inspiración, mi ejemplo a seguir. Tu amor sigue siendo mi refugio en medio de este dolor. Te llevaré siempre conmigo, en mi corazón y en cada paso que dé.

Con amor eterno.