Sucedió hace algo más de un año en Hyderabad, Paquistaán. La carrera iba a empezar. El estadio estaba lleno con motivo de unas competiciones deportivas para niños discapacitados. Nueve de ellos estaban en la línea de salida para la carrera de 100 mts. Sonó el disparo de salida.

Mientras los otros salían decididos, uno de los niños, tropezó y cayó por tierra. Intento en vano levantarse, mientras lloraba. Los otros ocho, fueron volviendo la cabeza para mirarlo. Dudaron un momento y espontáneamente volvieron atrás junto a él. De entre ellos, una niña con síndrome de Down se arrodilló junto al caído y le dio un beso. “Esto te hará sentirte mejor” –le dijo-.

Luego lo ayudaron a levantarse y los nueve juntos, agarrados de la mano, caminaron hasta la línea de meta y entraron juntos. Fueron unos minutos de mucha tensión en el estadio, hasta que comprendieron lo que estaba pasando. En ese momento se pusieron de pie y aplaudieron durante muchos, muchos minutos.

A veces es mucho más importante ayudar a vencer, aunque eso signifique ir más despacio. No te pierdes nada y ganas mucho