El papa se lo decía a los hace en Colonia: “El poder de Dios es diferente al poder de los grandes del mundo… no le hace competencia a las formas terrenales del poder… no contrapone sus ejércitos a otros ejércitos… Al poder estridente y pomposo de este mundo, Jesús contrapone el poder inerme del amor, que en la Cruz -y después siempre en la - sucumbe y, sin embargo, constituye la nueva divina, que se opone a la injusticia e instaura el Reino de Dios”.