«Dios aparece porque no podemos hacer nada solos, por nosotros mismos. Somos demasiado débiles, variables y desesperanzados. Incluso sin ayuda de fuera no podemos hacernos cargo de nuestro cuerpo. La existencia misma se hace imposible sin Dios… Si esto hubiera faltado (y, por supuesto, no falta) yo hubiera vivido totalmente en la oscuridad total, «lamiendo la tierra».

No hay felicidad, Señor, si Tú nos dejas de tu mano. No hay saber alguno si Tú no nos guías, ninguna fuerza es válida si Tú no la proteges. Ningún desvelo por nuestra parte vale para nada si no está con nosotros tu santa vigilancia. Si nos abandonas, nos hundimos, perecemos; pero si estás con nosotros, nos salvamos y vivimos».

(Tomás de Kempis)