Mi viaje comenzó temprano en la mañana cuando abordé un tren desde mi ciudad natal en Madrid. Después de varias horas de viaje, finalmente llegué a Santillana del Mar, una encantadora villa medieval conocida por sus casas de piedra y sus estrechas calles empedradas.

Al caminar por Santillana del Mar, me sentí como si hubiera viajado en el tiempo. Los edificios de piedra y los patios internos que encontré en mi camino eran simplemente impresionantes. Me detuve en una pequeña tienda local para probar algunos dulces tradicionales y luego continué mi viaje hacia Laredo, una ciudad costera ubicada en la costa cantábrica.

Laredo era una ciudad vibrante y colorida, con una gran cantidad de tiendas y restaurantes en el paseo marítimo. Pasé una tarde maravillosa disfrutando del sol y la brisa del mar, y luego me dirigí hacia Suances, otra ciudad costera que se encuentra a unos pocos kilómetros de distancia.

Suances es conocida por sus hermosas playas y su pintoresco puerto pesquero. Me encantó pasear por el puerto y ver cómo los barcos regresaban con sus capturas frescas del día. Me detuve en un pequeño restaurante local y probé algunos de los platos de mariscos más frescos que he tenido en mi vida.

Finalmente, llegué a Santander al final del día. Esta ciudad costera es el hogar de una gran cantidad de edificios históricos, incluyendo el impresionante Palacio de la Magdalena. Me alojé en un pequeño hotel en el centro de la ciudad y pasé varios días explorando todo lo que Santander tenía para ofrecer, incluyendo el hermoso paseo marítimo y las playas.

Mi viaje a Santander, pasando por Santillana del Mar, Laredo y Suances, fue una experiencia inolvidable. Aprendí mucho sobre la historia y la cultura de la región, y disfruté de la hermosa costa del norte de España. Espero poder regresar algún día y explorar más de esta impresionante región.