Después de la captura de Jesús, los apóstoles se sienten tristes y desconcertados. Saben que el peligro es real y que Jesús está en grave peligro. Por eso, deciden unir sus mentes y esfuerzos para encontrar una manera pacífica de liberarlo.

En lugar de enfrentar a los romanos con la violencia, los apóstoles deciden llevar a cabo una campaña de oración. Se sientan juntos en silencio y elevan sus pensamientos a Dios, pidiendo la liberación de Jesús y la paz para todos los involucrados.

Además, deciden enviar a algunos apóstoles a hablar con los líderes religiosos y políticos para buscar una solución pacífica. Tratan de persuadirlos para que liberen a Jesús y les explican que él no es una amenaza para el gobierno romano, sino un líder espiritual que enseña el amor y la compasión.

Desafortunadamente, sus esfuerzos pacíficos no logran su objetivo. Los líderes religiosos y políticos se niegan a liberar a Jesús y lo condenan a muerte. A pesar de su fracaso, los apóstoles se mantienen fieles a las enseñanzas de Jesús y no pierden la fe en el poder del amor y la paz.

Los apóstoles intentaron liberar a Jesús sin recurrir a la violencia y cómo su fe y devoción a Jesús les permitió seguir adelante a pesar del fracaso. También resalta la importancia del amor y la compasión como herramientas poderosas para cambiar el mundo.