HOY ofrecemos una anécdota histórica, que ilustra la necesidad de controlar el carácter, ese animal terrible, que nos hace sobreactuar, nos hace hablar en exceso e hiriendo. También es útil para explicar que no conviene herir (reírse, menospreciar, ningunear) a nadie innecesariamente.

SUJETAR A LA BESTIA:  Combate entre un elefante y un toro bravo en el siglo XIX

En la segunda mitad del siglo XIX, tuvo lugar una singular pelea entre un elefante y un toro en un circo con motivo de la Feria de Nuestra Señora de la Salud.
Su amo paseaba a «Pizarro» por la ciudad cobrando un par de cuartos por subir a pequeños a sus lomos y darle un paseito por la ciudad. Su amo anunció una pelea que iba a tener lugar con toro bravo de seis años de la ganadería de Barbero.
 Colocaron al elefante en el centro del circo con una de sus patas agarrada a un poste clavado en el suelo, estando su amo sentado detrás de él. Salió el toro y fue dando vueltas por la plaza hasta que unos toreros le acercaron al elefante.
 El toro embistió, causándole una herida en la pata.
 El elefante rompió su cadena, y ante la próxima embestida, estrelló con su trompa al toro bravo que murió con sus huesos rotos.