La violencia de género
El amor es una bella historia, de sacrificio, de entrega, de darse… Es posible, ocurre. Debemos verlo, por que pasa. Pero no lo vemos en las películas, ni en la noche lo oímos: por que desafortunadamente el amor no hace ruido, ni forma un guión escandaloso que venda una película de acción; pero está por todos sitios. Las mejores anécdotas de amor, de sacrificio nos vienen de México. Aquí ofrecemos una de las mejores: Cansados de los toros Había un matrimonio mexicano muy aficionado a los toros. No se perdían ni una corrida de temporada. Y después de muchos años de ir juntitos a los toros la mamá le dice: – Ya me cansé: ahora no hay buenos toreros y las corridas son muy malas… no compres más boletos. El marido, con una sonrisa, le contesta: – Mi pichulita, después de tantos años de acompañarte a las corridas de toros te voy a decir que estoy de acuerdo contigo y quiero que sepas ahorita que nunca me han gustado los toros… Qué distinta es esta historia de amor real a la siguiente historia, también real sin final feliz…
No sé nada de tí, salvo tu nombre.
Desconozco tus rasgos físicos, tu aspecto, tu carácter. Puede incluso, que nos hayamos cruzado alguna vez en este flujo anónimo de personas que van y vienen caminando por la calle. Es lo de menos, porque eso no me impide imaginarte.
Imaginarte, como todas las niñas de tu edad, jugando a las «casitas», preparando imaginarios guisos con los que alimentar a una hipotética familia. Soñando con un marido y unos hijos/ as que te iban a dar toda la felicidad que deseabas. Creyendo en un futuro utópico en el que tus sueños se harían realidad.
Seguro que charlarías con tus amigas del colegio, de lo que querías ser de mayor y reirías con la sana alegría de la inocencia, creciendo confiadamente y con una mirada limpia y llena de optimismo. La vida te aguardaba y tú tendrías en la cabeza mil y un proyectos con los que vivirla. Más tarde, ya en la adolescencia, comenzarían tus primeros coqueteos, tus primeros pasos aún vacilantes e inseguros, por el camino del amor.
Empezarías a relacionarte con los hombres e irías buscando en cada uno de ellos ese príncipe azul como el que conociste en los cuentos de tu infancia.
Y un día, sin tú siquiera saber cómo, creíste haberlo encontradoy tu juventud se llenó de ilusión, tu sonrisa se hizo más rotunda y tus ojos revelaron la alegría que no podías contener en tu interior.
Imagino tu anhelo por compartir tu vida con ese hombre del que estabas enamorada y tu nervioso sinvivir preparando la boda.
Imagino ese momento en el que pronunciaste ese «Sí» en el que cifrabas todas tus esperanzas y con el que iniciabas ese proyecto que tú deseabas que fuese la confirmación de lo que siempre habías soñado.
Imagino tu reacción cuando te enteraste que ibas a ser madre por primera vez y que en tu vientre se albergaba la semilla de lo que iba a ser tu hijo. Imagino tu acunar la criatura en tus cálidos brazos, tus cuidados y desvelos para irlo criando y sacarlo adelante.
Y así sucesivamente con cada uno de tus hijos/ as…
Imagino tus preocupaciones por sus problemas y tus alegrías por sus éxitos. Y un día todo eso se cortó de raíz, porque tu marido, el que fue el príncipe azul de tu cuento de hadas, se convirtió en el criminal protagonista de un relato de terror y te cosió a puñaladas en medio de la calle.
Y no puedo imaginar un peor final para tu historia. Como tampoco pudiste imaginártelo tú, aquella niña feliz que soñaba con ser mayor cuando jugaba con sus amigas a las «casitas»…