Querida tía,

Hoy quiero escribirte esta carta para expresar todo lo que siento en mi corazón desde que te fuiste. Aunque ya no estés físicamente con nosotros, quiero que sepas que siempre estarás presente en mis recuerdos y en mi cariño.

Tu partida ha dejado un vacío en nuestras vidas, pero también nos ha dejado un legado de amor, bondad y alegría. Siempre te recordaré por tu sonrisa contagiosa, tu calidez y tu sabiduría. Fuiste una persona única, llena de luz y generosidad.

Recuerdo los momentos compartidos, las risas, las conversaciones profundas y los consejos sabios que siempre tenías para ofrecer. Tu presencia era reconfortante y siempre me sentía amado y protegido a tu lado.

Aunque me duele no poder verte y abrazarte de nuevo, encuentro consuelo en saber que estás en un lugar de paz y descanso. Sé que estás cuidando de nosotros desde el cielo y que tu amor sigue guiándonos en cada paso que damos.

Quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mí y por nuestra familia. Tu amor incondicional y tu ejemplo de vida dejarán una huella imborrable en mi ser. Siempre te llevaré en mi corazón y trataré de seguir tus enseñanzas y valores.

Hoy, en este momento de despedida, quiero decirte cuánto te quiero y cuánto te extraño. Tu ausencia es difícil de aceptar, pero encuentro consuelo en los hermosos recuerdos que compartimos juntos.

Descansa en paz, querida tía. Siempre te llevaré en mis pensamientos y oraciones. Que tu espíritu siga brillando en nuestras vidas y que algún día nos volvamos a encontrar.

Con todo mi amor.