Estaba a punto de afeitarme el bigote cuando me di cuenta de que la navaja estaba cubierta de sangre. Debo haberme cortado, pero no podía ver dónde. La sangre estaba por todas partes, en la navaja, en el fregadero, en mi cara. Empecé a sentirme mareado y luego colapsé. Cuando desperté, estaba en el hospital. Los médicos me dijeron que me había cortado la vena yugular y que si no me hubieran encontrado cuando lo estaba, me habría desangrado.

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