Estaba acostado en la cama, ocupándome de mis propios asuntos cuando sentí que algo me hacía cosquillas en el ombligo. Pensando que era solo un cabello suelto, lo ignoré. Pero luego sentí algo más haciéndome cosquillas en el ombligo, y luego otro, y otro. Hasta que finalmente miré hacia abajo y vi una araña negra arrastrándose por mi ombligo».

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