Querido Hijo,

Hoy, me encuentro escribiendo estas palabras con un corazón quebrantado y una tristeza que es difícil de expresar. Tu partida debido al alcohol es una herida profunda en mi alma, y el dolor es abrumador. Mi amor por ti es eterno, y mi deseo de haberte ayudado es inmenso.

Sé que lidiaste con la lucha contra el alcohol durante mucho tiempo, una batalla que a menudo te hizo tropezar y caer. A pesar de todos los esfuerzos y el amor que te rodeaban, finalmente el alcohol te ganó. Siempre quise haberte ayudado a superar tus demonios, a encontrar la paz y la sobriedad.

Tu partida ha dejado un vacío en mi vida que nunca podrá llenarse por completo. Extraño tus abrazos, tus sonrisas y las conversaciones que compartíamos. Recuerdo los momentos felices de tu infancia y los sueños que tenías. Eras un hijo querido y lleno de potencial.

La lucha contra el alcohol es una batalla difícil y dolorosa, y a veces, las adicciones pueden parecer invencibles. A pesar de todo, quiero que sepas cuánto te amé y que siempre estarás en mi corazón. Tu memoria vivirá a través de los momentos felices que compartimos y de las lecciones que aprendí de tu lucha.

Mi esperanza es que, a través de tu partida, otros puedan entender los peligros del alcohol y buscar ayuda si lo necesitan. Si tu historia puede ayudar a prevenir que otros enfrenten un destino similar, entonces tu legado tendrá un propósito y un significado.

Descansa en paz, querido hijo. Siempre serás mi niño, mi amor eterno y mi luchador. Te amo más allá de las palabras, y siempre desearé haber podido hacer más por ti.

Con todo mi amor y un profundo pesar.