Querida Hermana,

Hoy, mientras miro las estrellas en el cielo nocturno, siento la necesidad de escribirte estas palabras para expresar el profundo vacío que tu partida ha dejado en mi vida. Cada día que pasa sin ti es una herida que nunca se cerrará por completo.

Extraño tu sonrisa, tus risas y las travesuras que compartíamos juntas. Extraño las conversaciones que solo tú y yo podíamos entender y la conexión especial que teníamos. Eras mi amiga, mi confidente y mi compañera de vida.

Las memorias de nuestra infancia, los secretos que compartimos y los momentos felices llenan mi mente. Cada recuerdo es un tesoro que atesoro con todo mi corazón. Aunque ya no estés físicamente a mi lado, tu espíritu sigue vivo en mis recuerdos.

Siento tu ausencia en cada momento importante de mi vida. Desearía que estuvieras aquí para celebrar mis alegrías y consolarme en mis momentos de tristeza. Pero aunque no puedas estar presente físicamente, quiero creer que estás mirando desde algún lugar mejor.

A veces, me pregunto cómo sería si todavía estuvieras aquí. Qué consejos me darías, qué risas compartiríamos y cuánto nos apoyaríamos mutuamente. Aunque no puedo tener esas respuestas, sé que siempre llevaré tu amor y tus recuerdos en mi corazón.

En tu partida, aprendí la fragilidad de la vida y la importancia de valorar a nuestros seres queridos mientras están a nuestro lado. Aprovecharé cada día al máximo, como si fuera un regalo, en honor a ti.

Te extraño más de lo que las palabras pueden expresar. Si tan solo pudiera tenerte a mi lado una vez más para decirte cuánto te amo y cuánto significas para mí. Hasta que llegue el día en que nos reunamos de nuevo, quiero que sepas cuánto te extraño y cuánto te quiero.

Descansa en paz, querida hermana. Siempre serás mi confidente, mi compañera y mi amiga.

Con todo mi amor y añoranza.