Acostúmbrate a decir que no (Camino, número 5) San Josemaría Escrivá

Y para ello hay que decirse que no a sí mismo y labrarse un criterio estricto con uno mismo y blandito con los demás…

Ahora la anécdota, que es antológica y divertida…

Llámame mamá

Un chico fue a un supermercado a comprar la merienda. Vio con sorpresa que una de las clientes, una señora que andaba con su carrito se paró y se quedó quieta mirándole boquiabierta. Al principio no le quiso dar importancia pero al cabo de un rato le fue a preguntar si le pasaba algo.
– No se moleste, pero se parece tanto a mi Carlitos: es mi hijo que murió hace dos meses en accidente de coche… iba conduciendo él y…
La señora se puso a llorar desconsolada y el joven se acercó a ayudarla.
– ¿le puedo pedir un favor?
– Claro, señora
– Al salir digame sólo adiós mamá. Así me recordará a mi Carlitos…
– No se preocupe, señora… Eso está hecho.
A la salida, después de pasar por la cola de la compra la señora, con su gran carro de compra le saluda emocionada, adiós, hijo mío.
Y él le dice:
– Adiós Mamá.
Luego después de esperar su turno, pone encima de la mesa su cocacola y su sandwich.
La cobradora le dice:
– son 275 euros
– ¿Cómo? Es imposible. ¡Esto no cuesta más de 1,50!
– Sí, pero su madre me dijo que usted pagaría su compra…