“Mostrad con vuestro ejemplo que la noche no es sólo para reparar las fuerzas del cuerpo, sino que sirve para santificar el alma (…). No hace falta que sean oraciones prolongadas; una sola, hecha con atención, será suficiente (…) Haced a Dios este sacrificio de un momento de oración, y Él os recompensará”.

(S. Juan Crisóstomo, Hom.)