Aquellos primeros años 80 fueron años de buena música, heroína, liberación sexual, buen cine y mucha marcha; pero era difícil encontrar trabajo. La Vanguardia del domingo apenas daba opciones para mensajero en moto (las mensajerías de aquella época crecían como setas? duró hasta que se inventó el fax) y de prostituta. Ninguna de las dos opciones me gustaba; así que deambulaba en busca de un trabajo que pudiera ser compatible con mis estudios. Cuando uno explica una experiencia a otro, cuando se produce el fenómeno de la Ajeriencia, no hay clases magistrales, no hay mentoring, ni ejemplos, no se le dice al otro lo que tiene que hacer. Simplemente se está compartiendo una información que puede cambiar a mejor la vida del ajeriente, que en su contexto y con sus ideales utilizará la información a su manera, para obtener un resultado mejor.