El pensamiento de Martin Heidegger fue siempre polémico y controvertido. Se le catalogó, rápidamente y sin esperar, dentro del existencialismo ateo o del agnosticismo más evidente. Sin embargo, se olvidó fácilmente, como recuerda su sobrino y sacerdote Heinrich Heidegger, que creció como monaguillo y que vivió con respeto piadoso las ceremonias religiosas de los diversos tiempos litúrgicos. Su espacio y atmósfera natural era la iglesia. Señala el autor: ?Siempre presentí, implícito en su reflexión, un cierto matiz místico procedente de una añoranza de Dios inconfesada. De hecho, ante el vacío que deja la ausencia de Dios, Heidegger insiste en despertar la actitud ante el misterio del Ser como camino para preparar la espera de Dios?.