Canto a su amor desaparecido es, como dice Juan Soros, “un canto fúnebre y de lamentación del sobreviviente en el contexto de un duelo”. Un poema que se ha de leer como un mapa del dolor, y que dibuja una necrópolis de los países asediados por las torturas, las agresiones y las pérdidas. Cada país en un nicho. Países muertos. Treinta años después de su primera edición, este poema, cuyo verso “Todo mi amor está aquí y se ha quedado pegado a las rocas, al mar y a las montañas”, encabeza el monumento en memoria de los represaliados chilenos en Santiago de Chile, ve de nuevo la luz.