Un día, me encontré con Carmen Martín Gaite, que iba cantando por las calles de Nueva York con Caperucita y la señora Miss Lunatic, la maga de la libertad. “Miranfú” me susurró al oído. Era una palabra mágica que sólo ella conocía porque Carmiña – que así la llamaban quienes la querían – se inventaba palabras y también otras cosas, como la Isla de Bergai, un sitio donde puedes ir con solo cerrar los ojos cuando sientas que no te quieren mucho o que no te entienden muy bien. Desde aquel día, voy de la mano de las palabras. Con ellas, el mundo es más grande y más divertido. Si quieres, puedes venir con nosotras a descubrir el Reino de la Libertad. Sólo hay una condición: que no tengas miedo a la aventura.