La gratitud es una de las actitudes básicas del ser humano. Y se ha de dirigir hacia Dios, dador de la existencia y de la gracia, y hacia los hombres. No hay postura más irracional -y por tanto alejada de lo humano- que la de considerar algo «natural», como un derecho, la propia existencia o los gestos de afecto y amor de los demás. Por eso, «el agradecer pertenece, como el amar, alabar y glorificar, a lo que será en la eternidad sin fin». La sabiduría consiste en estar en sí. Si tal vigilancia se ejerce de manera intermitente y apacible, será señal de que se está en ruta hacia esa cima. En ruta, pues a la cima nunca se llega.