Una túnica amatista, algo que a los simples mortales estaba prohibido usar, daba un color azulado a su redonda y ancha cara. Sus oscuros cabellos habían sido peinados en cuatro hileras de bucles superpuestos. Bajo aquella frente de semidiós, gesticulaba una cara de mono de feria, cubierta de grasa prematura, que a Ligia le pareció repugnante.