¡Cuerpo llagado de amores
yo te adoro y yo te sigo!
Yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
a la Cruz contigo.

Quiero en la vida seguirte
y por sus caminos irte
alabando y ,
y bendecirte sufriendo
y , bendecirte.

Quiero, Señor, en tu encanto
tener mis sentidos presos,
y, unido a tu cuerpo santo,
mojar tu rostro con llanto,
secar tu llanto con besos.
Quiero, en santo desvarío,
besando tu rostro frío,
besando tu cuerpo inerte,
llamarte mil veces mío…,
¡Cristo de la Buena Muerte!

Y Tú, Rey de las ,
que mueres por tu bondad,
con
la Verdad de las verdades,
que es sobre todo verdad.

Que mi alma, en Ti prisionera,
vaya fuera de su centro
por la vida :
que no le lleguen adentro
las algazaras de fuera;
que no ame la poquedad
de cosas que van y vienen;
que adore la austeridad
de estos sentires que tienen
sabores de eternidad;

que no turbe mi conciencia
la del mundo necio;
que aprenda, Señor, la ciencia
de ver con
la y el desprecio;

que sienta una dulce herida
de ansia de amor desmedida;
que ame tu Ciencia y tu Luz;
que vaya, en fin, por la vida
como Tú estás en la Cruz:

de sangre los pies cubiertos,
llagadas de amor las manos,
los ojos al mundo muertos,
y los dos brazos abiertos
para todos mis .

Señor, aunque no merezco
que tú mi quejido,
por la muerte que has sufrido,
escucha lo que te ofrezco
y escucha lo que te pido.

A ofrecerte, Señor, vengo
mi ser, mi vida, mi amor,
mi , mi dolor;
cuanto puedo y cuanto tengo;
cuanto me has dado, Señor.

Y a cambio de este alma llena
de amor que vengo a ofrecerte,
dame una vida serena
y una muerte santa y buena…
¡Cristo de la Buena Muerte!

()