“Cuando Dios lo permita, aunque estemos en el mayor abandono, y en aflicción extrema, y no tengamos ninguna esperanza de salvación, de nada tendremos necesidad si todo lo supeditamos a la gracia divina. Pues si hemos renacido por su gracia, nadie prevalecerá contra nosotros, sino que seremos más fuertes que todo.”

(San Juan Crisóstomo, Homiliae in Genesim 46,2)