Un padre y un hijo que usaban el mismo coche llevaban años funcionando con el sistema de que, quien lo usaba y aparcaba, dejaba la llave de contacto debajo de la alfombrilla, para que el otro pudiese cogerlo cuando lo necesitase.

Pero un día el padre fue a coger el coche, y al ver que no estaba llamó al hijo, que le dijo que lo había dejado en el aparcamiento habitual. Se ve que se lo habían robado. Entonces dio una vuelta a la manzana y, muy cerca, vio su coche, mal aparcado en segunda fila, y en el que habían dejado un papel escrito con muchas faltas de ortografía, que decía:

“Soy gitano, soy ladrón, pero a mi madre la respeto siempre”.

Colgando del retrovisor el coche llevaba una imagen de la Virgen del Rocío, que se ve que es lo que, al descubrirla, disuadió al ladrón de llevarse el coche.