«Llégate tú también a Cristo… No pienses en largas caminatas… A él, el omnipresente, se accede por vía de amor, no por vía marítima. Pero dado que en este viaje son frecuentes las olas y las tormentas de múltiples tentaciones, cree en el Crucificado para que tu fe pueda subir al madero. Entonces no te hundirás».

(San Agustín, Sermo 131)