Querido hermano, desde que te fuiste, cada día ha sido un desafío. Tu ausencia se siente como un vacío inmenso que nada parece llenar. Fuiste más que un hermano para mí; fuiste un amigo, un confidente, alguien con quien siempre podía contar. Aunque la vida nos ha separado, los recuerdos que compartimos me mantienen fuerte y me dan esperanza. Recuerdo tus bromas, tu risa contagiosa y la forma en que siempre sabías cómo levantarme el ánimo. Te extraño en cada evento familiar, en cada celebración, porque sé que tu alegría habría hecho todo más brillante. A través de las lágrimas y la tristeza, busco consuelo en saber que viviste una vida plena, llena de amor y amistad. Gracias por todos los momentos preciosos que compartimos, por tu apoyo incondicional y por el amor que siempre me demostraste. Te llevo en mi corazón y te extraño cada día. Espero que estés en paz y que sepas cuánto significas para mí.