Querida mamá,

Hoy, mientras escribo estas palabras, el peso de tu ausencia me oprime el corazón, y mis lágrimas fluyen como un torrente incontenible. La tristeza me envuelve, pero también me acompaña la calidez de los recuerdos que compartimos, especialmente aquellos de mi infancia, una época teñida de tu amor y dedicación.

Recuerdo cada mañana en que me despertaba con el aroma de tu cocina, preparando el desayuno con tanto esmero. Tus manos mágicas transformaban los ingredientes más simples en manjares que todavía puedo saborear. Recuerdo tus caricias en mi cabello mientras me preparabas para ir a la escuela, tus palabras de aliento y tus abrazos que me llenaban de seguridad y amor.

Aquellos días en que salíamos al parque, donde me enseñaste a apreciar la belleza de la naturaleza, siguen siendo algunos de mis momentos favoritos. Me enseñaste a volar cometas, a trepar árboles y a reír sin preocupaciones. En tus ojos veía el mundo entero, lleno de posibilidades y aventuras.

Nunca olvidaré las noches en las que, antes de dormir, me contabas historias fantásticas, llenas de héroes y hazañas maravillosas. Esos cuentos me transportaban a lugares mágicos y, al mismo tiempo, me hacían sentir la calidez de tu presencia. Eran en esos momentos cuando más comprendía la magnitud de tu amor, un amor tan vasto que podía envolver todo mi mundo.

Mamá, fuiste mi primera maestra, mi primera amiga y mi primera confidente. Me enseñaste a ser fuerte, a ser amable y a enfrentar los desafíos con una sonrisa. Tu risa, tan llena de vida, aún resuena en mis oídos y es un bálsamo para mi alma en los días más oscuros.

La vida sin ti ha sido un desafío constante. Extraño tu voz, tu risa y, sobre todo, tus abrazos que siempre tuvieron el poder de hacer desaparecer mis miedos. Cada rincón de nuestro hogar, cada rincón de mi corazón, está lleno de tu recuerdo.

Aunque te hayas ido físicamente, tu amor sigue siendo mi guía, mi consuelo y mi fortaleza. Sé que estás conmigo en espíritu, cuidándome y protegiéndome desde algún lugar más allá de las estrellas.

Hoy, te escribo esta carta con lágrimas en los ojos, pero también con una profunda gratitud en el corazón. Gracias por una infancia llena de amor, por ser mi refugio y mi alegría. Gracias por ser mi madre, mi ángel eterno.

Te amo más de lo que las palabras pueden expresar y te extraño con cada fibra de mi ser.

Con todo mi amor,

[Tu nombre]