Las historias hay que narrarlas de tal suerte que ayuden al propio narrador y que capten la atención y el corazón de los oyentes convirtiéndolos en protagonistas y agentes de la historia narrada. Para eso es necesario narrar desde dentro, creer lo que se narra, poner vida y corazón en ello, emplearse a fondo en tonos, gestos… Narrar es un arte. Es importante que el educador desarrolle ese arte de narrar.

Recordamos algunas de las características sobre la redacción de anécdotas, aun sabiendo que sólo el ejercicio y la imitación de los maestros permiten llegar a una verdadera experiencia.

1. El narrador ha de relatar de modo que el interlocutor reviva el acontecimiento y quede implicado logrando su participación.

2. Es mejor narrar el relato o la parábola que leerlo. Narrando se comunican mejor los contenidos simbólicos y los significados interpersonales.

3. La narración ha de ser flexible y expresiva. Los ojos del narrador deben encontrarse con los del oyente. La voz (tono, ritmo, entonación…) y los gestos comunican la vivencia. El rostro transmite los sentimientos.

4. En caso de leerlo a los demás, el lector ha de estar implicado emotivamente con el oyente e intentará conectar empáticamente con lo que la historia signifique para él.

5. El buen narrador se apropia de la historia, la enriquece con su persona y la hace revivir. Para eso ha de vivir interiormente lo que narra y dejarse transformar por ello. Así le será más fácil poner color y vida a la narración.

6. El buen narrador tiene en la cabeza lo esencial que quiere comunicar y está seguro de su desarrollo, de la trama, de los personajes y de los diálogos de modo que no tenga dudas durante la narración.

7. El narrador eficaz nunca pone en primer lugar la intención didáctica ni moraliza intentado sacar conclusiones de la historia.

8. Un relato nunca es la explicación de un texto. Nadie puede sustituir al oyente para encontrar el significado de la historia.

9. El relato no termina en él. Un buen narrador lo convierte en un momento de intensa participación vital: crea la atmósfera adecuada y deja que los niños y muchachos respondan a la fantasía con la fantasía.

Y les invita a participar y a crear.

(Herminio Otero, Parábolas para una nueva sociedad. Educar en la justicia y en la solidaridad, PPC, 1999)
De Don Alberto Portolés, Vigo