Entrevista de Tosatti a Monseñor Viganò: “la jerarquía adolece de un complejo de inferioridad que los sitúa por debajo de sus interlocutores en el mundo” (entrevista completa https://adelantelafe.com/entrevista-de-tosatti-a-monsenor-vigano-la-jerarquia-adolece-de-un-complejo-de-inferioridad-que-los-situa-por-debajo-de-sus-interlocutores-en-el-mundo-2)

Marco Tosatti: Más allá de la situación actual, en la que los candidatos del Partido Demócrata no son desde luego coherentes con el Magisterio de la Iglesia, ¿cómo debe ser el verdadero político católico?

S.E. monseñor Carlo Maria Viganò: El católico, para serlo, no sólo debe estar bautizado sino que debe vivir de modo coherente la Fe que recibió en la pila bautismal. La Fe se acompaña de buenas obras, como enseñan las Sagradas Escrituras. Si nos hacemos hijos de Dios incorporándonos al Cuerpo Místico pero luego ello no se vive en la práctica, nuestras palabras son vanas y nuestro testimonio incoherente, y ciertamente causa de escándalo para los fieles y para los no creyentes. Se equivoca por tanto el P. James Martin SJ al limitarse al aspecto meramente burocrático; sus palabras quedan refutadas por las de Nuestro Salvador: «Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando» (Jn.15,14). La amistad con Dios, que consiste en que el alma esté en gracia, depende de nuestra obediencia a las órdenes de Nuestro Señor. No a sugerencias y consejos; ¡a órdenes! Es más, «no todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos» (Mt.7,21).

Añadiré que el Infierno no está reservado a los no católicos; en el fuego eterno se encuentran muchas almas bautizadas, incluso de religiosos, sacerdotes y obispos que se condenaron por haberse rebelado contra la voluntad de Nuestro Señor. Que se lo piensen bien los sedicentes católicos adultos y sus maestros no sea que un día oigan a Cristo decirles: «Nunca os conocí; apartaos de Mí, obradores de iniquidad» (Mt.7,23)

El católico que apoya el aborto o la ideología de género no sólo reniega del Magisterio, sino de la propia Ley Natural, que constituye la base moral común a todos los pueblos en todo tiempo y lugar. La gravedad de la incoherencia entre pertenecer a la Iglesia y ser fiel a su doctrina refleja la dicotomía artificial entre doctrina y pastoral que se ha introducido subrepticiamente desde el Concilio para acá y ha alcanzado su más clara formulación en Amoris laetitia. Pero si se mira bien, la llamada laicidad del Estado plantea serios problemas, porque reconoce a la sociedad civil el derecho de negar la divina realeza de Cristo y rechazar su Ley, pidiendo al mismo tiempo a los laicos que den un testimonio de fe en el que la primacía de la verdad católica es rebajada quedando al mismo nivel que el error.

Lo que está claro es que el político católico que no pone en práctica en su integridad la doctrina de la Iglesia no puede ser votado por los católicos, ni mucho menos contar con el respaldo de la jerarquía. El supuesto católico Joe Biden, que apoya el aborto por dilatación y evacuación, o sea infanticidio, y que incluso antes de Obama ya respaldaba la ideología de género y fomentaba los matrimonios entre varones, no es católico. Y punto.