Hace algunos años, durante un torneo de fútbol escolar, presencié un momento conmovedor protagonizado por un padre y su hijo. El equipo del hijo se encontraba jugando la final y el padre estaba entre los espectadores animando desde la grada.

A medida que el partido avanzaba, el hijo cometió un error que resultó en un gol en contra para su equipo. En lugar de regañarlo o desanimarlo, vi cómo el padre se levantó de su asiento y comenzó a aplaudir y alentar aún más fuerte. Se acercó al borde del campo y, con una sonrisa en su rostro, gritó palabras de aliento a su hijo.

Mientras tanto, el hijo miraba hacia la grada y sus ojos se encontraron con los de su padre. Aunque estaba decepcionado por su error, el gesto de apoyo y la actitud positiva de su padre lo motivaron a seguir adelante y dar lo mejor de sí.

Ese padre entendió que su papel no era solo el de un espectador crítico, sino el de un verdadero mentor y apoyo incondicional para su hijo. A través de su actitud positiva, demostró que el amor y el aliento superan cualquier error o fracaso momentáneo.