Don Manuel González, un santo obispo de Málaga de principios del siglo XX, declarado Beato por Juan Pablo II, famoso como catequista de niños de barriada, tiene una buena colección de dichos de niños, de ésos que parecen inspirados por el Espíritu Santo, que parece expresarse mejor por la boca de los inocentes y sencillos. Estos dichos aparecen recogidos en el libro Partiendo el pan a los pequeñuelos. Un día les explicaba a los chiquillos de Primera comunión la necesidad que tiene el cristiano de recibir la Comunión eucarística.
Continúa con esta historia explicativa…

En medio de la explicación, les pregunta: «¿Por qué necesitamos comulgar? ¿Qué se os ocurre?». Los niños callaban, mirando hacia abajo, moviendo las piernas y dando patadas a las patas de los bancos. «¿Por qué no podemos abandonar la Comunión?». Y un gitanillo, con el pelo revuelto y las mejillas llenas de «churretes», levanta la mano y dice: «Porque pa’ quererse hay que `rosarse'». Efectivamente, este rapacillo había entendido la lección. Igual que los enamorados necesitan estar juntos, igual que la amistad que no se frecuenta acaba perdiéndose, también necesitamos el trato íntimo, personal y directo con el Señor. No podemos querer al Señor si no lo tratamos, si no lo «rozamos» (o lo «rosamos», como decía el gitanillo) . Y nunca estamos más cerca de Él que en la Comunión eucarística.