Fue el escultor francés que ideó la famosa estatua, la concibió como un monumento a la libertad, de la que, a su juicio, carecía su país.

Dedicó 21 años de su vida a hacer realidad su proyecto, viajando incluso a Estados Unidos en 1871 y entrevistándose con el presidente Ulysses S. Grant y otros políticos, para convencerles de instalar la estatua en el puerto de Nueva York. Dijo: «Trataré de glorificar la república y la libertad allí, esperando encontrarla de nuevo aquí algún día».