Querida abuela,

Hoy, al recordarte, las lágrimas y la nostalgia se mezclan con una profunda gratitud por todos los momentos compartidos y por el amor incondicional que siempre me brindaste. Aunque ya no estés físicamente conmigo, tu espíritu y tus enseñanzas siguen vivas en mi corazón.

Recuerdo con cariño aquellos días en los que preparabas el almuerzo más delicioso del mundo. Tu cocina era un lugar mágico donde los aromas y sabores se fusionaban en verdaderas obras de arte culinarias. Cada bocado era una muestra de tu amor y dedicación. Aprendí que la comida no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma, y ese legado culinario siempre llevaré conmigo.

También recuerdo cómo me permitías jugar con mis amigos y explorar lugares que podrían parecer peligrosos para otros. Tu confianza en mí me daba alas para descubrir el mundo y aprender de mis propias experiencias. Tu apoyo incondicional y tu fe en mi capacidad de tomar decisiones me han convertido en una persona valiente y segura de sí misma.

Uno de los tesoros más preciados que me dejaste fue tu enseñanza sobre la importancia de la fe y la oración. Aún puedo verte, arrodillada junto a mí, enseñándome las palabras y los gestos sagrados. Aprendí que la conexión con lo divino nos fortalece y nos guía en momentos de dificultad. Tu ejemplo de devoción y espiritualidad ha dejado una huella imborrable en mi camino.

Aunque ya no puedo abrazarte físicamente ni escuchar tu voz, sé que siempre estás conmigo en espíritu. Me consuela saber que sigues siendo mi guía y mi protectora desde el cielo. Cada vez que rezo, siento tu presencia reconfortante y sé que tu amor me acompaña en cada paso que doy.

Abuela, gracias por todos los momentos compartidos, por tu amor incondicional y por las lecciones de vida que me has enseñado. Tu partida dejó un vacío en mi corazón, pero también me ha recordado la importancia de valorar a nuestros seres queridos y aprovechar cada instante que tenemos juntos.

Te extraño profundamente, pero sé que nuestro vínculo trasciende la barrera de la muerte. Continuaré honrando tu memoria, llevando conmigo tus valores y compartiendo tus historias con las generaciones futuras.

Descansa en paz, querida abuela, y sé que siempre te llevaré en mi corazón.

Con amor y gratitud eternos.