La verdad, a usted le importa un rábano el talón de Aquiles, ya que el de verdad le interesa es el talón que le ha extendido un tipo y del que aún no sabe si tiene fondos.

Aquiles fue un héroe mitológico, rey de los Mirmidones, hjo de Thetis y de Perseo, esto puede sonar a camelo, pero es verdad.

Siendo muy niño, su madre, para hacerlo invulnerable, lo sumergió, boca abajo como a los pollos, en el río Estigio. La única parte que quedó al descubierto fue por donde lo tenía sujeto, el talón, porque claro, si lo suelta, al niño se lo lleva la corriente, y si te he visto, no me acuerdo.

A Aquiles no había forma de hacerle pupa más que en el talón. Vamos que si usted le soltaba un guantazo, no sé si serían los dioses del Olimpo o un tío que andaba escondío, el caso es que el guantazo se lo llevaba usted mientras Aquiles se quedaba tan tranquilo leyendo el Marca.

Para hacerlo aún más invulnerable, la madre le puso unas botas, y así lo mantuvo hasta que cumplió los 25 años. 25 años sin lavarse los pies… tiene tela. Aquello no había quien lo aguantase. Aquiles ganaba las batallas, porque el enemigo salía corriendo cogiéndose la nariz.

A Aquiles le olían los pies hasta en fotografía. Un buen día, los generales de Aquiles le plantearon la papeleta: o Aquiles se lavaba los pies, o pedían la nacionalidad canadiense.

La madre, a la que ya le daba lo mismo oler un Chanel Nº 5 que un plato de pulpo a la gallega, viendo que ya se había sacrificado bastante, autorizó la desbotadura.

Aquiles se lavó los pies en el río, y el río cambió su curso porque llevaba residuos como repámpanos. Mientras Aquiles se lavaba los pies, uno de sus enemigos le disparó una flecha clavándosela en el talón, único punto vulnerable de su persona. Naturalmente, se lo cargó. Cuando se enteró, la madre, llena de consternación, dijo: «Eso le ha pasao, POR LIMPIO».