Nuestro camino hacia la santidad es también una lucha constante. Quien no quiera reconocerlo se verá expuesto al fracaso o a la . Para el combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos da: la fe que se expresa en la , la meditación de la Palabra de Dios, la de la Misa, la eucarística, la reconciliación sacramental, las obras de caridad, la vida comunitaria, el empeño misionero.