Frases del libro Tierra de hombres (Antoine de Saint-Exupéry):

  • De tiempo en tiempo, apto ya para la eternidad, uno de ellos ya no regresaba.
  • Las espaldas hundidas por el esfuerzo.
  • Y yo adivinaba ya que un espectáculo carece de sentido si no se mira a través de una cultura, de una civilización, de un oficio.
  • Infundía confianza con la misma naturalidad que una lámpara da luz.
  • Piensa entonces en todos aquéllos que lo han conocido antes que tú y dite simplemente: «lo que otros han conseguido, también yo puedo hacerlo».
  • Las duras alegrías de nuestro oficio.
  • Paisajes familiares, nuestras ternuras.
  • Sorbo perfumado y caliente, en la mezcla de leche..
  • Sosteníamos en la mano nuestros propios destinos.
  • Las necesidades que impone un oficio transforman y enriquecen el mundo.
  • Nada vale tanto como el tesoro de los recuerdos comunes.
  • Juntos, de tantos enfados, de tantas reconciliaciones, de los movimientos del corazón. Esas amistades no se reconstruyen. 
  • Sólo existe un lujo verdadero, y es el de las relaciones humanas.
  • Compartían invisibles riquezas.
  • ¡Felicidad! Es inútil buscarla en otro lugar que no sea en la calidez de las relaciones humanas.
  • Una vez metidos en la acción, los hombres ya no tienen miedo. A los hombres únicamente les asusta lo desconocido. Que para cualquiera que lo enfrenta, ya no es lo desconocido. 
  • Tú sabes, como un poeta, saborear el anuncio del alba.
  • Qué son cien años de historia de la máquina frente a los doscientos mil años de historia del hombre?
  • Cada progreso nos ha alejado un poco más de unas costumbres que todavía no habíamos tenido tiempo de adquirir, por lo que somos auténticos emigrantes que aún no han podido fundar su patria.
  • La verdad fue, para uno, edificar; la verdad es, para otro, habitar.
  • Parece que la perfección se alcanza no ya cuando no queda nada por añadir, sino cuando no queda nada por suprimir.
  • Sólo los hombres construyen su soledad.
  • Ella está encerrada en su secreto.
  • Encontrarle un sentido a aquel silencio hecho de mil silencios, en el que incluso las ranas callaban.
  • Todo era simple, silencioso y furtivo como la primera palabra de un secreto.
  • Pero llega un día en que la mujer se despierta dentro de la joven.
  • El corazón que es un jardín salvaje.
  • El imperio del hombre es interior.
  • Ya no sé distinguir qué parte de odio o de amor hay.
  • Un odio que tiene visos de amor.
  • Condiciones desconocidas que nos fertilizan?
  • La experiencia nos demuestra que amar no es mirarse el uno al otro, sino mirar juntos en la misma dirección
  • ¿Para qué discutir de ideologías? Si bien todas pueden ser demostradas, también todas se oponen entre sí, y son este tipo de discusiones las que hacen desesperar de la salvación del hombre, cuando el hombre, a nuestro alrededor, en todas partes, presenta las mismas necesidades.
  • La madre no sólo había transmitido la vida: había enseñado un lenguaje sus hijos; les había confiado el caudal que, muy lentamente, se había ido acumulando a lo largo de los siglos; el patrimonio espiritual que también ella había recibido en depósito: un pequeño lote de tradiciones, de conceptos y de mitos.
  • He aquí una hermosa promesa de vida.
  • Lo que me angustia no lo curan los comedores de beneficencia. Lo que me atormenta no son estos huecos, ni estas jorobas, ni esta fealdad. Es Mozart, un poco asesinado en cada uno de estos hombres.
  • Sólo el espíritu, si sopla sobre la arcilla, puede crear al Hombre.