Fue una joven mártir por amor a Cristo en el siglo I. Muy pronto asimiló la profundidad del Evangelio y no tuvo ninguna duda para entregar su vida a ello. Era la esclava preferida del Rey de Frigia, pero, al convertirse al Cristianismo, fue procesada. Antes de que los jueces dictaran sentencia, le permitieron que meditara su decisión. A su regreso le preguntaron acerca del resultado. No había cambiado y mandaron ejecutarla.