“Le gustó mucho un proverbio kikuyu, que repitió varias veces: “No hay montaña difícil de subir cuando en la cumbre hay un amigo”. Lo aplicaba a la vida cristiana: «Nosotros tenemos en lo alto de la montaña a Cristo, que es el Hijo de Dios. (…) Por lo tanto, no hay ninguna dificultad que no podamos superar, ningún obstáculo que no podamos vencer, porque Jesús está con nosotros”.

(Javier Medina, “Álvaro del Portillo”, pp.609-10)