“Enseñaba que, además de trabajar y luchar y pelear, se debía descansar. Así lo expresaba en mayo de 1983 en Bogotá: …

  • En México lo dicen de un modo muy divertido: “descansar poniendo adobes”. (…) y es lo que hago yo para reposar un poco de mi trabajo habitual. Para mí, un día de labor en Roma es más duro que un año entero predicando por todas partes, con la alegría de tratar muchas almas y de ver cómo Dios las remueve y las acerca a sí”.

(Salvador Bernal, “Recuerdo de Álvaro del Portillo”, pág. 212)