Su gran aspiración en la vida era ser el más rico del pueblo. Todo en su vida, había ido demasiado deprisa: había comenzado a trabajar a los 16 años, tenía coche y novia a los 18, se casó a los 20, y con 25 tenía un negocio próspero; su lema en la vida era «Deprisa, deprisa», aquella noche lluviosa, las prisas que tantas veces le habían favorecido en la vida, le jugaron una mala pasada: su coche se salió en una curva; hoy, con 25 años, es el hombre más rico del cementerio.