Querida Mamá,

Hoy, mientras me siento frente a esta carta, las lágrimas fluyen libremente. La pena en mi corazón es abrumadora, y siento tu ausencia de una manera que es difícil de expresar con palabras. Extraño todo de ti, cada pequeño detalle que te hacía tan especial.

Extraño tus abrazos cálidos, que siempre me hacían sentir seguro y amado. Extraño tu voz suave, tus canciones de cuna y tus historias antes de dormir. Extraño tus comidas caseras, que siempre tenían ese toque especial que solo tú sabías darles. Extraño tus consejos sabios, que guiaron mi camino a lo largo de los años.

Recuerdo los momentos felices que compartimos, desde las tardes de juegos en el parque hasta las conversaciones tranquilas en casa. Tuvimos nuestras peleas y desacuerdos, pero nunca dudé del amor que sentías por mí.

A veces, siento que podría haber sido un mejor hijo/a, que podría haber pasado más tiempo contigo y haber apreciado más cada momento que compartimos. Pero, mamá, quiero que sepas que siempre te amé, incluso en los momentos en que no supe expresarlo adecuadamente.

Tu partida dejó un hueco en mi corazón que nunca se llenará por completo. Pero aunque ya no estés físicamente a mi lado, sé que sigues viviendo en mí. Tu amor y tu legado siguen siendo una parte fundamental de mi vida. Cada vez que hago algo que me enseñaste, siento tu presencia a mi lado.

Sé que donde quiera que estés, estás en paz y libre de sufrimiento. Te amo más de lo que las palabras pueden expresar, y siempre serás mi mamá, mi guía y mi mejor amiga. Llorar tu pérdida es un tributo a la profundidad de mi amor por ti.

Descansa en paz, querida mamá. Siempre te llevaré en mi corazón.

Con todo mi amor.